Ojos mar...
Abre los ojos, se da cuenta que la magia suele transformarse pero es como una estrella fugaz, como su boca... el tiempo sigue el curso del rítmico silencio. Se siente como un viajero, recorriendo la vida, con nuevos sentimientos. Extraña las lunas llenas en las que sentada a la ventana soltaba lágrimas de cocodrilo, ahora sin la luna llegan las lágrimas, y el tiempo no regresa... tic tac, adelante; a dónde van los pasos, las manos temblorosas, la incertidumbre. Dónde está la realidad, a veces parece no haberla conocido, un solitario mar lleno de arena, un reloj que da vueltas y se llena, se vacía, y se llena. Han pasado los años, sigue guardándose recuerdos en las bolsas de las chamarras, y cubriéndose en las noches frías para escuchar el sonido de una caracola. Y toma en sus manos su corazón prehispánico e imagina tomar sus maletas y huir a algún pueblo colonial dónde bajo la sombra de algún árbol se siente bajo el empedrado y se quede dormida hasta que el sol, el viento o una voz la levante dulcemente con un susurro. Decide huir, cierra los ojos y aprieta sus manitas fuertemente para pedirle a una estrella fugaz que se la lleve con ella, a una playa lejana o un bosque con un lago encantado. Entonces la estrella comienza a navegar en el agua de unos ojos, ella descubre en ellos orillas interminables, y se da cuenta de que huir no es tan difícil cuando unos ojos te guían, esa es la historia de como conoció sus ojos.